Después de la buena acogida de mi camino no habitual de ida al curro, os expongo el camino de vuelta,que sí que es el habitual, por el que transito 4 veces al día. Una tarde cualquiera, terminada mi jornada laboral (de horario no definido…), salgo de mi despacho, como siempre lleno de ganas de llegar de una vez a casa, después de un día que seguro que ha estado repleto de trabajo. La primera parte de mi camino recorre la calle Autonomía, desde la Plaza de la Casilla, hasta la plaza Zabálburu, que está actualmente en obras para construir un nuevo parking bajo ella. Es un camino por una de las grandes avenidas de Bilbao, que curiosamente suele tener poco tráfico a las horas en las que yo la transito. Los edificios son poco dignos de renombre, con una mezcla de estilos bastante pintoresca, que en mi juicio roza el mal gusto en demasiadas ocasiones.
Uno se puede encontrar edificios de poca altura, de porte más señorial, mezclados con auténticas cajas de zapatos, contenedores de personas. Hay que decir que se trata de una zona de transición entre barrios ricos y otros más humildes, entre Indautxu y Rekalde-Irala.
Pero la frontera más grande, el cambio, se produce cuando uno abandona la calle Autonomía. En ese momento, te das cuentas de que existe otro Bilbao. Ese Bilbao que antaño fue de putas y maricones, y al que hace una temporada que se sumaron los camellos y yonquis. Como si fuera una parodia del desequilibrio social, como una gran herida sobre la tierra, aparece la trinchera de las vías del tren, separando vidas y mundos. Y como un mal chiste al fondo se alza el edificio de cristal del gran banco de Bilbao, el BBVA.
Se terminó, es el lugar de no retorno. Quien cae en esta tierra puede que no salga nunca.
Transitar por estas calles supone darse cuenta del grado de degradación al que podemos llegar las personas. Lo primero que me encuentro cuando entro en la calle San Francisco son las señas del último gran incendio que se dio en la zona. Murieron 4 personas en la Posada de los Abrazos. Lo que era un proyecto cuyo objetivo era buscar espacios en los que huir de los sobreprecios de muchos hostales y de los pisos-patera, terminó siendo una nueva muestra de la hipocresía humana. Se trataba de unos pisos en los que por un importe lógico, los sintecho de la zona (la mayoría drogadictos) podían conseguir una habitación para dormir. Todo ello bajo la tutela de una serie de trabajadores sociales. En el incendio murieron 3 de los huéspedes de la posada una cuarta persona, vecino del inmueble. Hay que decir que casi todas las casas de esta zona son del siglo XIX, de madera, con lo que cualquier fuego puede traer graves consecuencias. Bueno, pues todos los vecinos de este edificio, y de los colindantes, se dedicaron a decir que la Posada de los Abrazos era en realidad un pi-patera, en la que los inquilinos pagan por dormir en habitaciones abarrotadas, sin condiciones de higiene, y a precios astronómicos. Gran mentira, y lo sabían. Porque lo que sí tenían muy claro y nadie dijo es que realmente el piso-patera es el del otro vecino que murió.
Bueno, retomando el camino, hay que aclarar que este barrio, a pesar del desorden aparente que puede parecer a primera vista, con mezclas de gente de lo más variopinta (de lo que conozco, es muy parecido al Rabal de Barcelona)en realidad está muy ordenado. Como dice nuestra querida Hermana, esta gente es gente de orden. Veamos, la calle Cortes es la calle de las putas. La calle San Francisco es la calle del trapicheo pro excelencia. Además, los camellos se ponen en una de las aceras, y los yonkis en la de enfrente. Es bastante curioso de ver el espectáculo. Lástima que en el momento en que pasé por la zona habitual de trapicheo, no parecía ser la hora adecuada. jejeje, Ekiots todavía está con el susto de pensar que yo andaba por aquí feliz sacando fotos con mi nuevo móvil…

Por fin, después de la habitual caminata de unos 20 minutos, uno llega a casa, desde donde disfruta de peculiares vistas cargadas de contrastes…A un lado, la ría, con el puente de San Antón, la iglesia de San Antón, el mercado de la Ribera. Por el otro, las cicatrices de un barrio en proceso de remodelación, lleno de promesas, pero falto de esperanzas para muchos.
Pd: Para quienes queráis, en mi página de Flickr tenéis más fotos de Bilbao. Sólo teneís que pinchar en el cuadro de Flickr que hay en los enlaces de la derecha…

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Aitor Urresti

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