LGTBfobia, menuda palabreja. Es el odio a gays, lesbianas, transexuales, bisexuales, y más, en definitiva, el odio a la diversidad afectiva, sexual y de género, el odio a todo lo que se escapa de lo que la sociedad considera como normal. Y es que nuestra sociedad se ha construido sobre la base de que todo lo que es diferente, todo lo que no sigue las normas establecidas, es algo maligno, a lo que atacar, algo que odiar.

No tenemos más que mirar las estadísticas: el 40% de los crímenes de odio en el estado son por motivos relacionados con la identidad sexual, de género, o la orientación sexual. 513 crímenes en total en el año 2014. Pero lo más preocupante del tema es que se estima que alrededor del 70% de los casos no se denuncian, con lo que estaríamos hablando realmente de mas de 1,700 casos el año pasado. Una realidad oculta, y una verdad que en buena parte ocultamos quienes la sufrimos.

Vivimos con miedo. Con miedo a decir en muchas ocasiones cómo somos, cómo nos sentimos, cómo amamos. Porque la sociedad nos ha enseñado que lo que queremos, lo que sentimos, está mal, no es aceptable, es una depravación. Hemos sentido el miedo de tocar a nuestra pareja en la calle, de ir dados de la mano, de darle un beso. Porque al hacerlo, lo más suave que recibimos son miradas extrañadas, cuando no de desaprobación, y lo más fuerte puede terminar contigo en el hospital. Seguro que mucha gente no os podéis imaginar la tensión que se siente cuando vas por la calle al lado de la persona que amas, pero sabes que te tienes que contener, que no puedes actuar como el resto de parejas «normales».

Es hora de romper las barreras del miedo, de salir a la calle, de reivindicarnos tal y como somos. Y sobre todo, es hora de no callar, de no silenciar las agresiones, de hacer visible el daño. Sólo en la medida en que seamos capaces de sacar a la luz lo que sucede, cómo nos sentimos, seremos capaces de ir conquistando nuestros derechos de manera efectiva.

Pero esta labor no es sólo  del colectivo LGTBI+. La sociedad en su conjunto, pero sobre todo las instituciones, tienen que tomar partido. Todavía resuenan en mi cabeza las palabras del ministro de sanidad, Alfonso Alonso, diciendo que las familias de gays y lesbianas somos familias problemáticas. No salgo de mi asombro. Desde Irabazi Bizkaia, lo tenemos claro, y vamos a trabajar desde las instituciones para revertir esta situación. Por eso, estableceremos planes de formación a todos los niveles de la judicatura, fiscalía y fuerzas de seguridad, para asegurar una mayor protección contra los delitos de odio. Impulsaremos también un Plan de Acción contra la discriminación por orientación e identidad sexual y de género, prestando especial atención a las personas LGTBI+ mayores, y un Plan de Lucha contra los crímenes de odio por LGTBfobia que incluya la personificación de la diputación en las acciones judiciales. Además, para avanzar en la normalización de la diversidad sexual y de género, impulsaremos un Plan de Apoyo a personas transexuales y facilitaremos desde la Diputación la tramitación del cambio de sexo en documentos oficiales, al mismo tiempo que incluiremos una tercera opción en la categoría de sexo en los trámites forales, para el reconocimiento de las realidades no binarias.

En definitiva, queremos dar el apoyo total desde las instituciones al colectivo LGTBI+, para que no haya más silencios, y junto con toda la sociedad, luchemos contra la lacra de la LGTBfobia.

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Aitor Urresti

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