Gran máxima que popularizó en si día el movimiento feminista, y que desde los movimientos antiglobalización también hemos utilizado como rumbo de acción y de trabajo. Porque sí, queridos y queridas, lo privado es político.
Pasada ya la resaca de la campaña, y «la gran fiesta de la democracia», uno se empieza a preguntar si realmente su voto ha servido/va a servir para algo. Los políticos se acercan a nosotros casi en exclusiva en época de campaña. mientras que durante el resto de la legislatura la trayectoria es la inversa, y mucho más costosa además. Porque si fuera de campaña uno quiere contactar con el mundillo de la política para obtener algo, eso sí que cuesta!!
Pero lo que se nos suele olvidar es que la política no es un camino de direcciones marcadas, sino que tiene múltiples formas de expresión y de presión. Porque todas y cada una de nuestras decisiones privadas y públicas también son políticas. Hacemos política cuando decidimos ir o no ir a una tienda de comercio justo, cuando compramos un producto de Nestlé o de Coca-Cola, porque de manera consciente o inconsciente estamos legitimando empresas. Hacemos política cuando salimos del armario o decidimos no salir, porque estamos de poniendo en duda la estructura heterosexista de nuestra sociedad. Hacemos política cuando decidimos separar la basura, apagar una luz que no es necesaria, bajar la temperatura del termostato… porque estamos diciendo que no a un sistema de consumo y producción que está arrasando el planeta.
En definitiva hacemos política cuando de manera consciente o inconsciente vamos tomando decisiones en nuestra vida. Porque esas decisiones a veces se oponen al sistema establecido, provocando un progreso, y en otras ocasiones se alinean con ese sistema, legitimándolo. No olvidemos que las personas somos animales políticos…

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Aitor Urresti

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