Cambio en Euskadi

Llegan tiempos de cambio a Euskadi. Más allá de los cambios políticos que se están dando en todas partes, y de los que Euskadi tampoco es ajena, hay señales en nuestra sociedad que indican que necesitamos replantearnos de manera urgente hacia dónde queremos caminar. Ante esto, hay tres caminos que se pueden tomar: cruzarnos de brazos y dejar que todo siga su curso, a la espera de alguna solución mágica, caída del cielo, que venga a salvarnos; hacer caso de los grandes gurús neoliberales, que proponen que la solución a todos los males de la sociedad pasa por bajadas salariales, precariedad, y exprimir los recursos naturales; o cambiar de rumbo, y de manera colectiva empezar a tomar decisiones de cómo queremos vivir en el futuro.

El actual Gobierno Vasco, parece que se debate entre las dos primeras opciones. En general, se le ve de brazos cruzados, en una especie de «política zen» en la que no quiere que nadie ni nada le distraiga de sus profundas meditaciones, al tiempo que las pocas decisiones que toma parecen más encaminadas a seguir la moda del mercado, con mayores recortes de derechos sociales, laborales y ambientales. Sabemos a dónde nos llevan esas políticas, que son pan para hoy, y hambre para mañana. Benefician sólo a unos pocos, a las redes clientelares de quien gobierna, al tiempo que aumenta la desigualdad social.

Pero yo tengo claro que Euskadi es una sociedad compleja, avanzada política, técnica y socialmente, que debe tomar el timón y marcar un nuevo rumbo que la ponga en la senda de un futuro en el que las personas y el planeta sean el centro de las políticas, un futuro en el que se pueda vivir bien, dentro de los límites de nuestro entorno. Esto requiere plantearse de manera colectiva muchos de los retos a los que nos enfrentamos:

  • El agotamiento del modelo económico y productivo: la industria es uno de los grandes motores económicos de Euskadi, pero las últimas décadas se ha enfocado sobre todo a la fabricación de productos de bajo valor añadido, que sólo pueden competir rebajando los costes laborales. Además, el sector industrial es el mayor consumidor de energía y de materias primas en nuestro territorio. Necesitamos un cambio radical en el modelo industrial, para que sea eficiente en el consumo de energía y materias, al tiempo que genere los bienes necesarios para asegurar una buena calidad de vida en nuestra sociedad.
  • La soberanía alimentaria y energética: nuestra sociedad se basa en el consumo de alimentos, productos y energía. Sin embargo, la gran mayoría de los alimentos y la energía que consumimos los importamos del exterior. Al tiempo que transformamos nuestro modelo industrial, hemos de plantear un cambio también nuestro modelo alimentario, para avanzar hacia la soberanía alimentaria, y cambiar nuestro modelo energético hacia otro basado en el ahorro, la eficiencia, y las energías renovables en manos de la ciudadanía.
  • La organización del territorio: hasta la fecha, el gobierno vasco ha ligado la cohesión territorial a la construcción de grandes infraestructuras, pensadas sobre todo para conectar las grandes urbes entre sí, dejando de lado las comarcas rurales. Un modelo que además de olvidar a buena parte de la población, supone un fuerte impacto en el territorio. Hay que dejar de lado este modelo urbanocentrista, impulsando la cohesión a nivel comarcal, y equilibrando las desigualdades que se dan entre territorios.
  • Las desigualdades sociales: a pesar de lo que nos quieran contar usando datos macroeconómicos, las desigualdades en Euskadi están aumentando, y un buen indicador de ello es el aumento en el número de perceptores de la RGI. Es cierto que la RGI supone un colchón económico importante, pero en muchos casos no es suficiente, y se ponen muchas trabas para su obtención. Es necesario recuperar su sentido inicial de derecho subjetivo, y eliminar todos los recortes y trabas que se han ido añadiendo desde que fue aprobada como iniciativa popular. Pero más allá de la RGI, debemos mejorar la redistribución de la riqueza de nuestro país, limitando también por arriba los salarios, y generando oportunidades para que aquellas personas que se quieran desarrollar laboralmente lo puedan hacer.
  • El papel de la mujer en nuestra sociedad: no es posible el cambio sin las mujeres. Las políticas siempre se han dictado desde la perspectiva del hombre heterosexual, dejando de lado la opinión y el punto de vista de las mujeres. Tenemos mucho que avanzar para conseguir la igualdad real. Es urgente la realización de un plan integral contra la violencia de género, que termine de una vez con los asesinatos machistas y las agresiones continuas.
  • El encaje institucional: casi 40 años después de la aprobación de la constitución y del estatuto de Gernika, es evidente que el modelo institucional que se puso en marcha en los complicados momentos de la transición se ha agotado. Pero las tensiones no vienen solo en la relación entre Euskal Herria y el estado, también dentro de nuestros territorios es evidente que el encaje entre los distintos niveles de instituciones falla, y hay que repensar la estructuración entre los ámbitos autonómico, foral y municipal. Es necesario abrir un proceso en el que la ciudadanía sea un sujeto activo en la propuesta de soluciones y toma de decisiones, un nuevo proceso constitucional que termine en la definición de un nuevo marco político para nuestra sociedad.

Los retos a los que nos enfrentamos como sociedad son de calado, como ocurre siempre que nos acercamos a un cambio profundo. Ante esta nueva etapa que se abre en lo político y en lo social, es necesario que la voz de EQUO sea fuerte y clara, para introducir la perspectiva de la sostenibilidad de la vida en el nuevo modelo de sociedad que debe surgir. Sólo con perfiles potentes en todos los niveles institucionales lo conseguiremos.

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Aitor Urresti

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