Después de varios aplazamientos, y unos cuantos globos sonda, por fin tenemos encima de la mesa el adelanto de la nueva reforma del sector eléctrico, que una vez más (y hemos perdido la cuenta), resulta decepcionante, además de totalmente equivocada en su análisis y en las propuestas.

A falta de conocer el detalle de los decretos o la ley en que se concrete la reforma, escribo un primer análisis con los datos que ha aportado hoy el ministro Soria en la rueda de prensa:

  • El análisis de partida es totalmente erróneo: el ministro culpa casi en exclusiva durante su intervención del déficit de tarifa a las renovables. Es verdad que las primas a las renovables suponen un 38% del déficit de tarifa, tal y como analiza este artículo, pero no es menos cierto que el fomento de las renovables supone una reducción de dicho déficit. Recordemos que el déficit de tarifa se genera porque el gobierno reconoce un precio de la electricidad ficticio, menor del coste real de la suma de la electricidad y el mantenimiento del sistema. Las renovables bajan el precio de la electricidad, con lo que se reduce el déficit de tarifa.
  • Los recortes se han distribuido casi al 50% entre las energías renovables y las convencionales, imponiendo el mismo ajuste a las energías renovables, que reducen el déficit de tarifa, y a las convencionales, que lo aumentan.
  • El ministerio repite ese falso mantra de que las renovables han recibido beneficios excesivos. Por eso se propone asegurar una «rentabilidad razonable», sin explicar en base a qué se va a calcular la misma. Eso sí, se olvida de aplicar el mismo criterio a las grandes eléctricas, que doblan en beneficios a sus compañeras europeas.
  • Propone la figura de «hibernación» de algunos ciclos combinados. España tiene en estos momentos un exceso de potencia instalada, muy superior a la que realmente necesitaría. Esto supone unos sobrecostes al sistema importantes, dentro de la partida de «Pagos por Capacidad». Queda por definir el número de centrales a hibernar, ni de la forma y cuantía de las ayudas que recibirán las eléctricas por sumarse a esta figura.
  • La reforma no toca una de las claves del déficit de tarifa: el establecimiento de los precios de la electricidad. Las empresas productoras fijan los precios a los que están dispuestos a vender electricidad. En un mercado como el eléctrico, dominado por el oligopolio de las empresas de Unesa, urge hacer una auditoría del mercado eléctrico, que aclare de una vez los costes de generación de cada tecnología.
  • La reforma se olvida también de otra de las debilidades de nuestro modelo energético: la dependencia del exterior. Dependemos casi en totalidad de energías importadas del exterior, como son los combustibles fósiles y el nuclear.
  • Una vez más, el gobierno se olvida del fomento de las renovables, y no ha dicho nada sobre el decreto de Autoconsumo con Balance Neto, que iba a suponer un impulso definitivo a esta tecnología, y que llevamos más de un año esperando.

En definitiva, se trata de una reforma que se equivoca en su análisis, y en las medidas adoptadas, que no va a resolver el problema del déficit de tarifa, y que no resuelve los problemas reales que tiene el actual sistema eléctrico.

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Aitor Urresti

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