Bandera del Orgullo en El CastroComo ya sabréis, durante la pasada campaña electoral, y al igual que el resto de cabezas de lista no tenían problemas en pasear a sus respectivas parejas, yo tampoco tuve ningún problema en salir con mi novio en algún vídeo, o en comentar que era el primer candidato a lehendakari abiertamente gay.

Lo más peculiar son las reacciones que llegaron de personas que a priori considero que son bastante abiertas de mente. La mayoría de comentarios iban en la línea de que ser gay o no, no me convierte necesariamente en mejor candidato, y que lo que haga en la cama no tiene por qué interesarle al resto del mundo. Eso dejando de lado los evidentes insultos y desprecios, que también los hubo. ¿Se trata de reacciones que inconscientemente se basan en un resquicio de homofobia?

En principio, y si nos situamos en un mundo ideal, el mero hecho de la orientación sexual no tendría por qué tener ninguna importancia, es cierto. Pero no vivimos en un mundo ideal, el prejuicio existe y lo vivimos día a día. ¿Cuántos de mis lectores heterosexuales no tienen ningún problema por abrazarse a su pareja en la calle, o por darle un beso en un bar? No se es consciente del problema hasta que lo vives en primera persona.

A día de hoy, salir del armario todavía es un problema para muchas personas, y les supone enfrentarse con la familia, o tener problemas en su entorno laboral y social. Tenemos mucho que avanzar en la lucha contra el heteropatriarcado y la heteronormatividad, y para hacerlo un paso importante es normalizar el hecho homosexual. Hay que retomar la máxima feminista de que lo personal es político. Por eso es necesario que cada vez más personas sean capaces de decirlo en público, tal y como nos pedía hace 35 años Harvey Milk. No te convierte en mejor ni en peor persona, simplemente te convierte en persona, te devuelve tu dignidad completa, que no es poco. Ya no queda nada que ocultar.

Por hacer una comparativa con una lucha de la que me considero heredero, entendemos la importancia de que las mujeres participen en primera linea de la política. Como colectivo minorizado e invisibilizado, parte de su empoderamiento en la sociedad ha de venir también de su participación en la primera línea de la política. Lo mismo nos pasa al colectivo LGTB, que además todavía tenemos que luchar contra los prejuicios negativos, que nos ligan con la depravación, lo inmoral, lo ilícito. Tenemos que empoderarnos y dar ejemplos en positivo, referentes con los que identificarse.

Por eso mismo, cada vez que alguien que ha sido capaz de hacer una lectura en femenino de la importancia de que las mujeres se empoderen (del resto, sinceramente, ni me preocupo…), y me viene con las viejas preguntas cuestionando la importancia de salir del armario, me pregunto qué es lo que hay detrás de ese cuestionamiento. ¿Qué nos diferencia de otros colectivos minoritarios/minorizados? ¿No hay algo de homofobia encubierta en todo esto?

Son preguntas que lanzo al aire, porque creo firmemente que todavía nos queda mucho por construir. Y porque empezamos a correr el riesgo de que de nuevo la derecha nos adelante con versiones edulcoradas y acríticas, paseando en andas por las portadas de los medios a lo poco que pueden pasear….

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Aitor Urresti

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  • Aun estoy sorprendida de las reacciones que hubo en campaña. Como dices los insultos vienen de personas con las que no se puede razonar, pero el que se entrara en valoraciones de si convenía o no, de si era necesario o de que no venia a cuento, pues la verdad, me resultó algo impactante. Todo ese revuelo en si mismo, para mi, es una respuesta homofoba.

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